Innovo, luego existo.
Mis primeras reflexiones al leer mi clase memorable enriquecida fueron las siguientes.
"¡No me alcanza mi dedicación horaria para abordar las clases de esta manera... ni el cuatrimestre!"
"¡La cátedra atiende 120 estudiantes por cuatrimestre... y solo somos dos docentes!"
"¡No importa cuánta sea mi vocación y dedicación... no tendría vida!"
"Aunque actúe con la mayor motivación y entusiasmo... ¿lograré aplicar todas las teorías e innovaciones?"
"Aunque actúe con la mayor motivación y entusiasmo... ¿lograré aplicar todas las teorías e innovaciones?"
Luego de enfrascarme en tales ideas negativas, que no son erradas, ni niegan la realidad, sino que son solo negativas, pasé a la etapa de positividad crítica.
Como cientista social estoy entrenada para reflexionar críticamente. Es parte del paquete y te programan durante la etapa estudiantil para hacerlo siempre y en cada ámbito. Por eso hoy lo pongo en práctica en esta entrada del blog.
Es cierto que sería prácticamente imposible abordar desde todas las teorías del aprendizaje y desde las miradas didácticas más activas y participativas cada clase, cada tema, cada unidad. Pero no es prácticamente imposible tratar de aplicar la teoría más adecuada y el enfoque didáctico más acorde a cada tema, buscando cierta variedad y mayor creatividad, que redunden en aprendizajes más efectivos y significativos para los estudiantes.
También es verdad que a lo anterior hay que hacerlo con criterio... y sentido crítico. Si por experimentar con las metodologías, teorías e instrumentos tecnológicos más actuales y variados se van a poder abordar solo unas pocas unidades del programa, o si se va a hacer más foco en las herramientas que en los contenidos, no creo que sea oportuno apartarse tanto, tanto, tanto de lo clásico y probado (o sea de los contenidos, la recepción y, en fin, el conductismo con cierta mirada de aprendizaje significativo y actividades prácticas divertidas y efectivas, bah... la mediación docente de toda la vida). Demonizar lo tradicional no sirve de nada, así como abrazar acríticamente lo más novedoso tampoco.
Además considero que, si bien me parecen muy útiles y necesarias las herramientas virtuales y las redes sociales, a veces nos podemos pasar y afectar el proceso cognitivo de los estudiantes llenándolos de foros, participación en redes, aplicación de herramientas para sintetizar información (que a veces se hace mejor con lápiz y papel), etc.
De esta forma, crítica va, crítica viene, llego a la conclusión que innovar es totalmente necesario y posible; adecuar nuestra labor a los estudiantes y su realidad, también; conocer y saber aplicar la totalidad de teorías del aprendizaje y enfoques didácticos, indispensable. Pero con criterio, con un plan, con mesura y, sobre todo, apuntando al aprendizaje.
Toda clase puede ser poderosa si se plantea desde el conocimiento disciplinar; desde el respeto a los estudiantes; desde la ilusión docente; desde la empatía; desde la simpatía; desde la no rutina, en fin...
Mi clase revisada tiene algo de ese criterio que propongo, pero también algo de incorporar teorías y enfoques didácticos a todo vapor... pero eso está bien para esta ocasión, para ver cómo los pondríamos en juego y si los podemos utilizar. A la pregunta de si es verdaderamente aplicable... no estoy muy segura de qué respuesta dar... espero que sí.
Aquí el link donde encuentran todo el análisis realizado.

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